14/01/04

A veces siento que no puedo tomar el control, me invade el dolor de todo aquello que alguna vez fue y un día cesó. Miro por las ventanas del pasado y por instantes se ilumina mi rostro. Pienso...¡qué lindo era todo aquello!, mientras cegada del acoplo las cosas malas del ayer se escapan de entre mis neuronas. Entonces, alguien golpea a mi puerta y con la cabeza baja y sombría descubro el rostro del que me incita. Una y otra vez caigo en su trampa, pero siempre acepto el reto, no puedo negarme. Secas mis lágrimas cierro las ventanas y me acerco al negro monótono deseo de abandonar el juego, incesante me rodea... Con la cabeza altiba los vientos me golpean, me frenan...siento frío! Al igual que la última vez padecí de lamentos, sollozando a la vez por el miedo de volver a pisar el cemento fresco y dejar marcados malos momentos. Cuando entonces recojo la espada y con rabia recorro el desierto, otra vez nos batimos a duelo. Pues yo creo esta vez no me entrego, pues yo creo que ahora es que muero...